martes, 29 de septiembre de 2009

La leyenda del murciélago.

Al principio, el murciélago era tal y como lo conocemos hoy, y se llamaba biguidibela (bigudi-mariposa, bela-carne, o mariposa desnuda). Un día frío subió al cielo y le pidió plumas al creador, pues las había visto en otros animáles que volaban. Pero el creador no tyenía plumas, así que le recomendó bajar de nuevo a la tierra y pedir una pluma a cada ave. Y así lo hizo el murciélago, eso sí, recurriendo sólamente a las aves con plumas más vistosas y de más colores.

Cuando acabó su recorrido, el murciélago se había hecho con un grán número de plumas que envolvían su cuerpo. Consciente de su belleza, volaba y volaba mostrándola orgulloso a todos los pájaro, que paraban su vuelo para admirarle. Agitaba sus alas ahora emplumadas, aleteando felíz y con cierto aire de prepotencia. Una vez, como un eco de su vuelo, creó el arco iris. Era Todo belleza.

Pero era tanto su orgullo que la humildad quedó sin lugar en el murciélago, que cada vez se tornaba más ofensivo para con las aves. Con su continuo pavoneo, hacia sentirse chiquitos a cuantos estaban a su lado, sin importar las cualidades que ellos tuvieran. Hasta al colibrí le reprochaba no llegar a ser dueño de una décima parte de su belleza.

Así que el creador, viendo que el murciélago no sólo se contentaba con disfrutar de sus nuevas plumas, sino que las usaba para humillar a los demás, le pidió que subiera al cielo, donde también se pavoneó y aleteó felíz. Aleteó y aleteó mientras sus plumas se desprendían una a una, descubriéndose de nuevo desnudo como al principio.


Durante todo el día llovieron plumas del cielo, y desde entonces nuestro murciélago ha permanecido desnudo, retirandose a vivir en cuevas y olvidando su sentido de la vista para no tener que recordar todos los colores que una vez tuvo y perdió.

Leyenda tradicional de Oaxaca.

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