martes, 29 de septiembre de 2009

El Águila y el Halcón.

Cuenta la vieja leyenda de los indios sioux que una ves llegaron hasta la tienda del consejero de la tribu, tomados de la mano, Toro Bravo, el más valiente y honorable de los jóvenes guerreros; y Nube Azul, la hija del cacique y una de las más hermosas mujeres de la tribu...

-Nos amamos...- empezó el jóven.
-Y nos vamos a casar...- Dijo ella.
-Y nos queremos tanto que tenemos miedo, queremos un hechizo, un conjuro, o un talismán, algo que nos garantice que podremos estar siempre juntos, que nos asegure que estaremos uno al lado del otro hasta encontrar la muerte.
-Por favor- repitieron -¿hay algo que podamos hacer?

El viejo los miró y se emocionó al verlos tan jóvenes, tan enamorados y tan anhelantes esperando su palabra. -Hay algo- dijo el viejo -pero no sé... es una tarea muy difçicil y sacrificada.
-Nube Azul- dijo el brujo -¿ves el monte al norte de nuestra aldea? Deberás escalarlo sola y sin más armas que una red y tus manos, deberás casar el halcón más hermoso y vigoroso del monte, si lo atrapas, deverás traerlo aqui con vida el tercer día después de luna llena, ¿comprendiste?
-Y tu, Toro Bravo- siguio el brujo -deberás escalar la montaña del trueno, cuando llegues a la cima, encontrarás la más brava de todas las águilas, y solamente con tus manos y una red, deberás atraparla sin heridas y traerla ante mi, viva, el mismo día en que vendrà Nube Azul. ¡Salgan ahora!

Los jóvenes se abrazaron con ternura y luego partieron a cumplir la misión encomendada, ella hacia el norte y él hacia el sur. El día establecido, frente a la tienda del brujo, los dos jovenes esperaban con las bolsas que contenían a las aves solicitadas. el viejo les pidio que con mucho cuidado las sacaran de las bolsas, eran verdaderamente hermosos ejemplares...

-¿Y ahora qué haremos?- preguntó el jóven -¿los mataremos y beberemos el honor de su sangre?
-No- dijo el viejo.
-¿Los cocinaremos y comeremos el valor en su carne?- propuso la jóven.
-No- repitió el viejo. -Harán lo que les digo: tomen las aves y átenlas entre sí por las patas con estas tiras de cuero, cuando las hayan anudado, sueltenlas y que vuelen libres.

El guerrero y la jóven hicieron lo que se les pedia y soltaron las aves; el águila y el halcon intentaron levantar vuelo, pero sólo consiguieron revolcarse por el piso. unos minutos despuès, irritadas por la incapacidad, las avesarremetieron a picoptazos entre si hasta lastimarse.

-Jamás olvuiden lo que han visto- dijo el viejo -, son ustedes como un águila y un halcon, si se atan el uno al otro, aunque lo hagan por amor, no sólo vivirán arrastrándose, sino que además, tarde o temprano, empezarán a lastimarse el uno al otro. Si quieren que el amor entre ustedes perdure, ¡vuelen juntos, pero jamás atados!

Leyenda Sioux.

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