domingo, 17 de enero de 2010

Aura no puede dormir.

Aquella noche de luna llena Aura no podía dormir.

Se volvió a la derecha… y nada.

Se volvió a la izquierda… y nada.

Se volvió boca abajo… y nada.

Se volvió boca arriba… y nada.

Dio vuelta a su almohada.

Se destapó.

Se volvió a tapar.

Se cubrió los ojos con las manos.

Se abrazó a su osito.

Se cantó una nana.

… Y nada.

Aura recordó que su mamá siempre le decía que contara ovejas y a ello se puso:

-Una oveja… Dos ovejas… Tres ovejas… ¡Eh, eh! - Aura gritaba a la tercera oveja que había decidido dar media vuelta y echar correr - ¡Eh, tú! ¿Dónde crees que vas?

La niña la siguió, la persiguió, corrió, casi galopó tras la oveja fugitiva.

Hasta que Aura se cansó y se sentó al borde de un camino de color rojo.

-Pues así no hay quien se duerma -pensó- tendré que contar otra cosa. Pero ¿qué?

Miró a la derecha, miró a la izquierda y, de pronto, a lo lejos, vio que se acercaba un curioso desfile. Y Aura contó:

- Un koala, dos ornitorrincos, tres wombats, cuatro canguros… ¡Eh, eh! - Aura gritaba a los cuatro canguros que habían decidido dar media vuelta y largarse saltando - ¡Eh, volved! ¡Así no os puedo contar bien!

La niña los siguió, los persiguió, corrió, casi galopó tras los canguros fugitivos.

Hasta que se dio cuenta de que no tenía por qué ir tras ellos y se sentó al borde de un camino de color azul.

-Nada, que esta noche no voy a dormir -pensó- ¿Qué otra cosa podré contar?

Miró a la izquierda, miró a la derecha, miró al frente y vio acercarse un curioso cortejo. Aura contó:

-Un duende, dos gnomos, tres hadas, cuatro brujas, cinco elfos, seis ogros, siete princesas, ocho príncipes, nueve magos, diez elfos… Esto de contar es muy aburrido – dijo Aura con un bostezo.

Siguió contemplando el fantástico desfile hasta que alguien la tomó de la mano y la animó a unirse a ellos.

Y entre risas, saltos y bailes se fue, siguiendo sus pasos, por el camino azul…

…En el dormitorio de Aura, a la luz de la luna, el Hada del Sueño arropó a la niña, acarició sus párpados cerrados, sonrió ante su sonrisa y, silenciosamente, se marchó dejándola a solas con sus ovejas, sus wombats, sus hadas y sus elfos.

Dolores Espinosa

Escritora de cuentos y poesías infantiles de España.

sábado, 9 de enero de 2010

Un día sin televisión.

En una pequeña casita vivían unas niñitas muy buenas y amorosas, pasaban gran parte del día viendo sus programas favoritos en la televisión.

Un día las sorprendió un apagón, ya no había luz en la casa.

- Qué horror, pensaron las niñas, y ahora qué hacemos.

Su madre sacó todos los juguetes del armario, las muñecas de la repisa, y se puso a jugar con ellas.

Jugaban de todo un poco con tal de no aburrirse. Ese día saltaron y bailaron, lo más lindo de ello fue que jugaron con su mamá y rieron hasta el anochecer.

A la hora de dormir, las niñas abrazaron a su mamá con todo su corazón y entendieron que un día sin televisión puede ser un día maravilloso y muy divertido.

Mónica Esparza

Escritora de cuentos infantiles de Perú.