sábado, 5 de enero de 2013

La Liebre y la Tortuga.

 I.

Una tortuga y una liebre siempre discutían sobre quien era la más rápida. Para dirimir el conflicto de opiniones, decidieron correr una carrera.
Eligieron una ruta y comenzaron la competencia. La liebre partió a toda velocidad y corrió enérgicamente durante un buen rato. Luego, al ver que había sacado muchísima ventaja, decidió sentarse debajo de un árbol para descansar unos momentos, recuperar fuerzas y luego continuar  su marcha. Pero pronto se quedó dormida. La tortuga, que andaba con paso lento pero constante, la alcanzó, la superó y termino en punta, declarándose ganadora indiscutible de la carrera.
Moraleja: Los lentos pero constantes y perseverantes, también ganan la carrera.
II.

Pero la historia no termina aquí, sino que prosigue…
La liebre, decepcionada por haber perdido, hizo un examen de conciencia y reconoció su grave error de subestimar a la tortuga. Se dio cuenta de que por presumida y descuidada había perdido la carrera. Si no hubiese subestimado a su oponente nunca la hubieran podido vencer. Entonces desafió a la tortuga a una nueva competencia. Esta vez la liebre corrió sin descanso desde le principio hasta el fin y su triunfo fue contundente.
Moraleja: Los rápidos y tenaces vencen a los constantes y perseverantes.
III.


Sin embargo la historia tampoco termina aquí…
Después de ser derrotada, la tortuga reflexionó detenidamente y llegó a la conclusión  de que no había forma de ganarle a la liebre en velocidad. De la manera como estaba planteada la carrera, ella siempre perdería.
Por eso. Desafió  nuevamente a la liebre, pero propuso correr por una ruta distinta a la anterior. La liebre aceptó y corrió a toda velocidad, hasta que se encontró en su camino con un ancho río. La liebre no sabia nadar, y mientras se preguntaba                                      “¿Que hago ahora…?”, la tortuga nadó hasta la otra orilla, continuó con su paso lento pero constante y terminó la carrera en primer lugar.
Moraleja: Quienes identifican su ventaja competitiva y cambian el entorno para aprovecharla, llegan de primeros.

IV.

Esta  historia aún no termina…
Pasó el tiempo, y tanto compartieron la liebre y la tortuga que terminaron haciéndose amigas. Ambas reconocieron que eran buenas competidoras y decidieron repetir la última carrera, pero esta vez corriendo en equipo.
En la primera parte la liebre cargó a la tortuga hasta llegar al río. Allí, la tortuga atravesó el río a nado con la liebre sobre su caparazón y, ya en la orilla de enfrente, la liebre cargó de nuevo a la tortuga hasta llegar a la meta.
Como alcanzaron la línea de llegada en tiempo récord, sintieron una mayor satisfacción que la que habían experimentado en sus logros individuales.

Por: Jim Rohn
Fuente: La culpa es de la vaca (2a. parte).